El amor más grande el estar el uno “en, para y con” el otro

marzo 16, 2010

Pie pellicane, Jesé Dómine, me inmundum munda tuo sanguine…

 Piadoso pelicano, Señor Jesús, a mi, inmundo, límpiame con tu sangre…

Así  reza uno de los himnos  eucarísticos de Santo Tomas de Aquino. Se basa en la creencia popular  de que el pelicano se abre el costado con el pico, y con la sangre que de él  mana alimenta a sus polluelos.   Sacrifica su vida para que sus hijos puedan vivir.

Es la exaltación de la nobleza, el sacrificio de uno para alimentar  a los demás con su sangre en este caso, y con su sudor en los más.

 El amor más grande el estar el uno “en, para y con” el otro

Así como el pelicano, Cristo,   nos alimenta real y verdaderamente con su Cuerpo y su Sangre siempre  que lo recibimos en la comunión. 

Así el Padre  Kentenich  gustoso da su vida por  sus  polluelos cuando dice:

 Madre…, estoy a tu disposición  con todo lo que soy y lo que tengo:
¿Quieres mi trabajo?
¡Aquí estoy!
¿Quieres que todas las fuerzas de mi espíritu  lentamente se desangren?
¡Aquí estoy!
¿Quieres mi muerte?
¡Aquí estoy!
Pero procura que todos  los que tú me has confiado amen a Jesús  vivan para Jesús
y aprendan a morir por Jesús. Amen
 

Esta oración fue  escrita  en 1942  mientras el Padre estaba preso en la cárcel de Coblenza. Forma parte   de un  estudio que el Fundador  tituló  “Nueva Creación en Jesús y María”, dirigido  a Cristo y después a su Madre. En el mismo manifiesta su entrega total para llevar a Schoenstatt a un nuevo estadio de maduración, que significa conocer y amar  mejor a Cristo. Para ello se ofrece como instrumento. Ruega a María  que suscite otros instrumentos  y le pide, que, Ella,   cuide  que Schoenstatt  viva aún más “en Cristo” en todos sus momentos, gozosos, dolorosos, gloriosos y hoy podemos agregar luminosos. 

Imagen del Pelicano del portal de la Iglesia de Dios Padre en Florencio Varela.  Texto publicado y compilado por  Ana Lucia  06-02-2010


20 de Enero de 1942

marzo 6, 2008

 Un   solo corazón, el Fundador y  su Familia

El segundo  hito de  la historia de Schoenstatt  gira en torno al 20 de enero de 1942.    Tiene como título:   » En la confianza Divina«.

Ese fue el día clave en que, en la práctica, se decidía la partida del Padre Kentenich al campo de concentración.  Esta fecha y todo lo que, a partir de ella, se desencadenó para el Padre y la Familia de Schoenstatt , marca profundamente su  historia.   En septiembre de 1939, estalla en Europa la Segunda Guerra Mundial.
El mundo se encuentra ante una nueva contienda de dimensiones catastróficas.

Es una época de grandes dificultades para la Familia de Schoenstatt.

En abril de 1939, la Gestapo requisa la Casa de Estudios en Schoenstatt y la usa como escuela para profesores nazis.

Ante la  amenaza de requisa también del Santuario de Schoenstatt,  las Hermanas de María  deciden formar una cadena viva en torno al él tomadas de la mano, mientras oraba  adentro, el  Padre Kentenich reciendo así sus vidas si fuera necesario,  para defenderlo.

Nace dentro de la Familia de Schoenstatt la necesidad de entregarse más profundamente a la voluntad de Dios a través de la Santísima Virgen. La Santísima Virgen es coronada.
Se reconoce a María en su soberanía sobre Schoenstatt.    Es Ella la que tiene que tomar el cetro y guiar la barca de la Familia en medio de la nueva crisis mundial.

El 14 de septiembre de 1941, la GESTAPO va a buscar a Schoenstatt al Padre Kentenich con la intención de aprehenderlo.  Al día siguiente el Padre comenzaba un curso de retiro para sacerdotes.
El Padre consigue demorar su prisión hasta concluir el que sería su último retiro, cuya plática final es llamada su «canto del cisne».

El 20 de septiembre se presenta en el cuartel de la GESTAPO de Coblenza.   Allí permanece en un calabozo subterráneo,  «Bunker», hasta el 18 de octubre, día en que es trasladado a la cárcel de Coblenza.
Durante su estadía en la cárcel logra reunir, a través de dos guardias, todos los elementos necesarios para celebrar diariamente la Eucaristía.

Unos días antes de Navidad una Hna. de María, escribe una cartita al Niño Jesús pidiéndole la libertad del Fundador y Padre espiritual de la Obra. La carta llega a manos del Padre,  y él, en nombre del Niño Jesús la responde: «Mi querida y pequeña Mariengard, cumpliré: tu deseo, cuando tu corazón y el de toda la Familia se transforme en un «Jardín de María.»
Con esta respuesta el Padre expresa que su liberación será obra de la gracia Divina, pero Dios la hará depender de la vida y esfuerzo de los miembros de la Familia.
El Padre comprende que lo que Dios le pedía, no era su vida, sino la renuncia a su Obra, lo que llamo el sacrificio de Abraham,  es decir estar dispuesto como el patriarca a sacrificar a su propio hijo, a sacrificar la Obra.
La Familia de Schoenstatt rezaba y ofrecía todos los sacrificios para evitar el traslado del Padre a algún campo de concentración. El 16 de enero le hacen una revisación médica muy superficial y es declarado apto.
Al enterarse la Familia  busca todos los caminos para evitarlo. Consiguen contactos con el médico de la cárcel, quien se manifiesta dispuesto a hacerle una nueva revisación y a declararlo no apto. Pero, quien debía solicitar esa nueva instancia era el prisionero.
Así llega el 19 de enero y el Padre Kentenich tiene en sus manos el formulario. Solo tiene que firmarlo.  El plazo máximo para entregarlo era el 20 de enero a las 17 hs..
La lucha del Padre Kentenich aquel día, fue una lucha por la verdadera libertad,
«la búsqueda de la voluntad de Dios.»
Dirá años más tardes:  
«Así llego el 20 de enero.   Había luchado conmigo mismo durante toda la noche  para descubrir cual  era  la  voluntad de  Dios.    Ahora   tenía claridad.   No  firmaré   la solicitud,  si  yo tengo que elegir, que decidir,  entonces para mi la muerte  y las cadenas, pero para la Familia ha de ser la libertad.»
Así renuncia, voluntariamente y por amor a los suyos a las posibilidades de liberación.   Cree firmemente que ésta es la voluntad de Dios: ofrecer su libertad exterior para conquistar la libertad interior de los hijos de Schoenstatt.
Con este paso,  llama a la Familia a profundizar la Alianza de Amor en el sentido de la Inscriptio, es decir, no sólo se acepta  la cruz , sino que,  por  amor,   es solicitada  en tanto  y en cuanto  este contemplada en el Plan Divino.
Este paso debía convencer definitivamente a la Familia que la Santísima Virgen era la dueña de la Obra, que Ella no la iba a abandonar.

Lo más importante del 20 de enero no fue, por lo tanto, el acto heroico de un hombre que se decide a ir al campo de concentración, sino el haber captado la «onda» de Dios.

Años más tarde comentaba el Padre Kentenich que la fecundidad lograda no fue consecuencia de un heroísmo suyo y humano, sino consecuencia del cumplimiento de la condición pedida por Dios, de haber descubierto lo que Dios lo llamaba a hacer. Esperar contra toda esperanza, creer contra toda fe…

En el mes de marzo, el Padre es trasladado desde la prisión de Coblenza al campo de concentración de Dachau.
Durante todo el tiempo de Dachau, se toma mayor conciencia de la posición del Padre como Fundador y cabeza de la Familia y del indisoluble entrelazamiento de destinos entre él y los suyos.
Esta corriente de vida nacida del 20 de enero entre el Padre y la Familia, se expresa en la mutua responsabilidad del uno por el otro, en el esfuerzo por ganar la santidad de uno por la del otro, por obtener la libertad  interior de uno por la libertad exterior del otro.

Lo que consuela a un cristiano, le da ánimo,  esperanza y confianza es el hecho de que la cruz nunca es lo último: toda tristeza se convierte en alegría, todo fracaso en victoria, toda pasión y cruz en resurrección.   Así fue no sólo en la vida de Cristo, sino también en la vida del Padre Kentenich y de la Familia de Schoenstatt:  La decisión del 20 de enero regala una fecundidad inmensa.

Articulo publicado el : 6-3-2008

Textos extraídos de:
150 preguntas sobre Schoenstatt Padre Rafael Fernández
Circular Nro. 54 -marzo-junio 2001 el Circulo de Adoración de Schoenstatt. Reflexiones Padre Nicolás Schwizer