Saludo de fin de año

diciembre 31, 2009

Para nuestros amigos lectores

Esperemos la llegada de “Aquel que debe venir” juntos en familia, como María y   José acunándolo en lo más profundo de nuestro corazón cantándole melodías de  amor y ofreciéndonos a  ser reflejos de su luz.   Que podamos ser instrumentos de esa luz para ayudar a construir un mundo nuevo pleno de esperanza y amor, donde reine la paz y la justicia.     Todo es posible siempre con fe y trabajo compartido.     La fuerza esta dentro de nosotros,  utilicémosla para  ayudar y  ayudarnos

Y el Padre Kentenich nos diría: 

«SEAN  USTEDES  PARA MUCHAS PERSONAS  INDICADORES  DE CAMINO, PORTADORES  DE LUZ Y ALEGRIA»

 Para el año que se  inicia nos  gustaría regalarles:  una cajita de  paz,  llena  de alegría, envuelta con cariño sellada con una sonrisa y enviada con un abrazo.         

   FELIZ y BENDECIDO  AÑO 


¡NAVIDAD ES NOVEDAD!

diciembre 22, 2009

 Queridos amigos:

                             Esta vez también es novedad, ya que cada nacimiento es vida nueva y la evocación del nacimiento de Jesús no solo es mirar atrás sino es mirar el hoy y el mañana, pues los misterios cristianos actualizan la realidad de Cristo vivo hoy en medio nuestro.

                              Creo que esta Navidad 2009 tiene algunas novedades que quiero compartir con cada uno de los que reciban este saludo.

+Ante todo en este Año Sacerdotal la novedad es que Jesús manifiesta su cercanía de Buen Pastor en la persona y el ministerio de sus sacerdotes pastorees en modo real, concreto y a la vez diversificado según la personalidad de cada  uno.

 Este regalo que Él dejó al mundo en la Ultima Cena y al servicio de la Eucaristía, la Palabra y los Sacramentos merece que lo agradezcamos y valoremos.

 Personalmente doy gracias por mi vocación sacerdotal, como don inmerecido y a la vez felizmente vivido desde mi ordenación hace más de 38 años.

Así como les pido que recen por mí y por cada sacerdote, por los seminaristas y las vocaciones para que seamos santos como el Señor lo pide y el mundo lo necesita.

 + También es novedad que haya una fuerte conciencia misionera en toda la Iglesia y que cada uno según la propia vocación sea un auténtico misionero en el mundo sembrando amor, paz y alegría, que son signos del Reino de Dios que hoy se nos pide testimoniar sin miedos.

Amor efectivo hecho servicio a las personas y compartiendo el Evangelio que es Verdad y Vida y que incluye siempre la misericordia y el perdón.

Paz que es a la vez un don y una tarea, para vivir en el corazón y compartir en el hogar, el ambiente y la sociedad, pasando del egoísmo a la solidaridad por el bien común.

Alegría que es un distintivo de quien se sabe amado por Dios, y que es una característica de quien ama a María que evangeliza cantando el Magnificat.

 + Novedad son los carismas tan ricos y variados que suscita el Espíritu Santo en la historia.

Para mí el haber conocido y vivido desde hace 50 años el carisma de Schoenstatt en las huellas de un hombre santo, el P. José Kentenich, me cambió la vida y dio una forma nueva a mi vivencia de la fe que recibí desde niño en mi familia.

 La vivencia de la Alianza con María vinculada a un Santuario y siguiendo los signos de la Providencia en la santificación cotidiana le imprimieron un sello indeleble a mi vida sacerdotal y a mi servicio a la Iglesia.

Hoy ese servicio lo realizó en Roma y en Argentina, y me siento feliz de poderlo brindar así.

 En esta Navidad los recuerdo y bendigo, ofrezco por Uds. la Misa y mis oraciones y los saludo con afecto deseando que este saludo lo sientan como un abrazo personal a cada uno

 Padre Guillermo Mario Cassone


4to. domingo de Adviento

diciembre 22, 2009

Cuarto domingo de Adviento

Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

En este cuarto domingo de Adviento la caridad, se nos presenta como un excelente medio de espera y conversión; ya que sólo a través de nuestra comunión de amor con el Señor, estaremos en condiciones de amar realmente a nuestro prójimo.  La caridad debe llevarnos durante este tiempo a colaborar en forma  concreta con los más pobres y necesitados,  tratando de aliviar sus problemas y necesidades.

“En esta última etapa del Adviento meditamos sobre la fe con la que María se preparó para acoger, creyendo firmemente, a Aquel que debía nacer de Ella; el Santo, el Hijo de Dios.  Que estos sentimientos de fe sean los que guíen también la preparación del Belén en todas vuestras casas”…  Meditación  del Siervo de Dios Juan Pablo II antes del rezo del Ángelus  el 18 de diciembre de 1988 

 Hoy, cuarto  domingo  de Adviento, tiempo de preparación,  espera  y oración  encenderemos  el cuarto  cirio virtual, que representará  esta  semana: la luz de nuestra entrega total a la voluntad de Dios ”. 

 “En el pobre y pequeño establo de Belén,  das a luz para todos  nosotros al Señor del mundo. Tal como muestras al Niño a los pastores y reyes y te inclinas  ante Él adorándolo y sirviéndolo así queremos con amor  ser siempre sus instrumentos  y llevarlo a la profundidad del corazón humano”   P. Kentenich

 Dios se ha hecho como nosotros

de modo admirable ha asumido

un cuerpo en el vientre de María.

Ella es el templo en quien

Cristo se ha hecho sacerdote

a favor de los hombres.

María nos ha dado al Emmanuel:

Dios-con-nosotros.

 Pidámosle a María, Madre del Adviento, Virgen de la esperanza  que nos regale la gracia  de  estar  siempre  dispuestos al querer del Padre Dios en todas las circunstancias de nuestra vida.   (Te invitamos a rezar un Salve)


Mi estrella en el pesebre del nuevo Belén

diciembre 22, 2009

Mi estrella en el pesebre de Belén

Como todos los años,  en la página del Movimiento de Schoenstatt de Alemania, aparece la»Estrella» de Belén. Es un lugar para que cada persona envíe un pequeño mensaje y los nombres de todas las personas queridas que quieran que estén en el Santuario Original en la Nochebuena para, oraciones mediantes, recibir un milagro de amor.
Aquí va el sitio:
http://cmsms.schoenstatt.de/es/estrella.htm

Cuántas personas rezan hoy en día a la Madre tres veces Admirable. Cuántas personas giran hoy en torno a nuestro Santuario…”

Santuario Original

Nuestro Santuario, el nuevo Belén, donde Cristo nacerá de nuevo para este tiempo. Nuestro nuevo Belén, hace casi 100 años que anhelamos ser el Belén para miles y miles de personas…

Hay una tradición lindísima en Belén en Tierra Santa. En la madrugada del 25 de diciembre, los monjes benedictinos de Belén peregrinan rumbo a la iglesia de la Natividad, donde una estrella en el suelo marca el lugar donde nació Jesús. Llevan consigo un libro con los nombres de cientos de personas que, durante el tiempo de Adviento, pidieron estar presentes en la Nochebuena de Belén. En agradecimiento por el regalo de los monjes, les envían una donación para que se mantenga abierto su monasterio…

Hay algo semejante en el Santuario Original, el nuevo Belén. Desde el año 2002, miles y miles de nombres llegan, año tras año, al pequeño Santuario Original en Schoenstatt. Enviadas desde todos los continentes, bajo el lema: “ Que mi nombre sea una estrella en este nuevo Belén”, cada Navidad, el pesebre del Santuario Original abre sus puertas de par en par a la lluvia de estrellas….

“Que mi nombre sea una estrella en este nuevo Belén”

Ahora se abre nuevamente para todos la temporada de las estrellas. Desde el Santuario Original, vía schoenstatt.de como intermediario, se invita a todos a llenar estrellas con los nombres de todas las personas que quieran acercarse al pesebre del Niño Jesús para experimentar milagros de amor. 

Mi estrella en el pesebre «Mi nombre en la estrella» comenzó en 1997 con los «Diez minutos junto al pesebre», como una invitación a la gente a escribir y depositar allí su nombre y el de sus seres queridos, amigos, familiares, al igual que el de vecinos, protagonistas de las noticias en los diarios… Desde el primer día, para quienes participaron de los «Diez minutos» ésta fue una de las experiencias más fuertes del tiempo en torno al pesebre.

 El año 2002 nació la idea de enviar estrellas a Schoenstatt y la consiguiente invitación a todos los que visitan http://www.schoenstatt.de a hacer lo mismo, tuvo como resultado una verdadera avalancha de estrellas llegadas al Santuario Original. Cada año son más las estrellas, o mejor dicho, los nombres que llegan. Esto lleva a cada uno a pensar en aquellas personas que quiere acercar al pesebre del «nuevo Belén» que es el Santuario Original, y al mismo tiempo hace n que la mirada se pose más allá de los propios familiares, abarcando a muchos otros…

 Familiares, amigos, vecinos, gobernantes, compañeros de trabajo, obispos, todos

Una vez más, en esta Navidad, están todos invitados a enviar los nombres de todas las personas que deseen hacer presentes en el pesebre en la Nochebuena de Schoenstatt. Estos nombres serán llevados el 24 de diciembre a las 16.30 h. al Santuario Original, y más tarde, durante la Misa de Nochebuena celebrada a medianoche, son depositados sobre la tumba del Padre Kentenich, para volver durante el tiempo de Navidad al Santuario Original. El 25 de diciembre a las 8.00 h. estarán presentes en la Misa de Navidad en el Santuario Original, celebrado por el P. Joachim Schmiedl. Hay transmisión en vivo de la «hora de las estrellas» y de la Misa, en schoenstatt-tv. Es una peregrinación de pueblos al pequeño Santuario de Schoenstatt. A este Santuario, al que el 24 de diciembre de 1965, regresó el Padre Kentenich después de 14 años de exilio.

 Entre las cinco y las seis de la tarde – la hora de su llegada – siempre se agradece aquí en presencia de todas las “estrellas”, por este «Milagro de la Nochebuena». Envíen su estrella… Para que se haga vida la Navidad en su familia, envíe los nombres de sus padres, hermanos, esposo, hijos… Para que se dé la Navidad en su lugar de trabajo, envíe los nombres de sus colegas, jefes, clientes, empleados… Para que la Navidad llegue a toda su ciudad, envíe los nombres de sus vecinos, sus alcaldes… Envíe los nombres de sus párrocos y obispos… Envíe los nombres de aquellos que son noticia en el mundo…

De este modo, la Navidad podrá renacer en el corazón de todos los hombres sin distinción.

Nota publicada en la pagina web del Movimiento de Schoenstatt Internacional.


Carta de Alianza navideña

diciembre 19, 2009

 

Queridos hermanos en la Alianza:

Hace unos años me contaron esta historia de un grupo de jóvenes misioneros:

 “Estábamos misionando en una pequeña ciudad del interior y se acercaba la Navidad y los niños del hogar iban a escuchar la historia de la Nochebuena, muchos por primera vez. Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas, por lo que debieron ir a un establo, donde finalmente el Niño Jesús nació y fue puesto en un frío pesebre junto a una vaca y un burro.

A lo largo de la historia, los chicos no podían contener su asombro. Una vez terminada les dimos a los chicos pequeños trozos de cartón para que hicieran un pesebre. A cada uno se le dio un cuadrito de papel cortado de unas servilletas amarillas. Siguiendo las instrucciones, los chicos cortaron y doblaron el papel cuidadosamente colocándole tiras de paja. Unos pequeños cuadritos de franela fueron usados para hacerle la manta al Niño. Y con papel rosado hicieron la figura de un bebé. Mientras los niños armaban sus pesebres yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda. Todo fue bien hasta que llegué donde el pequeño Luisito estaba sentado. Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré su pesebre quedé sorprendido al no ver un solo niño dentro de él sino dos. Le pregunté, entonces, por qué había dos bebes en ese pesebre. Luisito cruzó sus brazos y observando su trabajo comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez estaba muy bien, hasta que llegó la parte donde María pone al bebé en el pesebre.

En ese momento Luisito empezó a desarrollar su propio final de la historia y dijo:

– Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá, ni tampoco un hogar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con Él. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé que cosa tenía que pudiese darle a Él como regalo, se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor. Por eso le pregunte a Jesús ¿Si te doy calor, ese sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo: «Luisito, si me das calor, ese sería el mejor regalo que jamás haya recibido». Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí, con él, para siempre.

Cuando el Luisito terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas. Tenía una alegría nueva y profunda: había encontrado a Alguien que jamás lo abandonaría. ¡Alguien que por fin estaría con él para siempre!”

Queridos hermanos, creo que esta historia nos regala 3 mensajes:

La Navidad es la fiesta de “Dios con nosotros”.

El Dios prometido y esperado viene a nuestro encuentro, es Dios con nosotros (Is. 7, 13-15). Tan unido a nosotros que se hace hombre como nosotros para hablarnos y mostrarnos el Amor que Dios nos tiene. Como a Luisito, el Niño Jesús nos invita a estar bien unidos a Él, porque Él nos quiere dar su calor y cobijo. Nos trae la salvación que tanto hemos buscado por erráticos caminos. Una salvación que es plenitud de vida en el Amor. La invasión mediática de los Papá Noeles y el consumo desmedido quieren desplazar de nuestros corazones al Niño Dios. Es extraño que en todas partes se hable de esta fiesta pero no se quiera nombrar al festejado.

Para que sea una verdadera Navidad tengamos un espíritu profundamente religioso, busquemos estar junto al Niño Jesús y festejémoslo a Él porque es “su cumpleaños”.

La Navidad es fiesta familiar.

Dios cuando vino a nosotros lo hizo naciendo en el seno de una familia, con ello quería resaltar la importancia que para Él tiene la familia: cuna y custodia de la vida humana y divina; escuela donde el hombre aprende a amar y a trascender. Ante tanta soledad y desconsuelo, como Luisito, en Cristo y María todos tenemos una familia. La Navidad nos invita a mirar al pequeño Niño, a María y a José, el amor familiar que une, fortalece y dignifica al hombre.

Para que sea una verdadera Navidad encontrémonos como hermanos, hijos de un mismo Padre rico en misericordia, intentando la reconciliación, el diálogo y la unidad en los corazones. Que ese sea nuestro regalo también para la Argentina en su Bicentenario.

La Navidad es la fiesta del Amor solidario y para todos

“Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn. 3, 16) El nacimiento y la vida de Cristo entre los hombres es el mayor testimonio del amor solidario de Dios para con nosotros. Al pesebre se acercaron pastores y hombres ricos, ignorantes y sabios, de distintos pueblos y religiones, Amor por y para todos. La Navidad es la fiesta del Amor de Dios que se entrega con total generosidad, sin condiciones y sin merecimientos. Pero eso el Señor nos pide: “ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn. 13, 34)

Para que sea una verdadera Navidad tratemos de crecer en el amor generoso y solidario, sin cálculos, por amor, como Dios lo hizo con nosotros. Si todos tenemos lugar junto a Jesús, si Él le da lugar a todos, ¡celebremos una Navidad para todos!

Queridos hermanos en la Alianza, desde el Santuario les envío un cordial saludo y mi bendición para cada uno de ustedes, sus familias y comunidades. ¡Alegrémonos: pronto será Nochebuena, la noche más buena y luminosa de nuestra historia!

¡Que tengan una feliz Navidad y un bendecido año nuevo!

P. José Javier Arteaga

¡Con María Reina, construyamos una Patria para todos!


Navidad

diciembre 17, 2009

UN NACIMIENTO EXTRAÑO

Reflexión escrita por el Padre Nicolás Schwizer

 ¿Qué celebramos en Navidad?

Celebramos el nacimiento de un niño, pero no de un niño común, sino de un Niño que es Dios.

Ahora, si comparamos este nacimiento con otros nacimientos, por ejemplo con el de nuestros hijos, entonces notamos algunas cosas extrañas. Este niño nace en condiciones sorprendentes, desconcertantes y hasta chocantes ‑ ya que se trata del Hijo de Dios.

 1. Una primera condición extraña. Se da a conocer a los pastores.  Vino a la tierra. No previno a los grandes. No avisó a los poderosos. No hizo saber nada a los sacerdotes. Ha tirado por tierra a la jerarquía.

No hubo conferencia de prensa para anunciar al mundo un suceso de tal categoría. Y sin embargo tenía sumo interés de que alguien lo supiera. Alguien tenía derecho a ser el primero en conocer la noticia. Y manda sus mensajeros a unos pastores que acampan cerca de la ciudad guardando sus rebaños. Los pastores viven al margen de la sociedad y muchas veces también al margen de la religión. Son incultos, no conocen la ley, y por eso están destinados al infierno, según los fariseos. Y precisamente a estos “excomulgados” es a quienes Cristo envía sus ángeles para anunciarles su venida.

Es que Jesús quiere poner las cosas en claro desde el comienzo. Él ve todo al revés. A sus ojos, los grandes son los pequeños. Los últimos son los primeros. Los arrojados de la sociedad, sus clientes privilegiados. La Buena Nueva se comunica antes que a nadie y llega a pertenecer primero a aquellos que están “fuera”.

2. Una segunda circunstancia extraña. No es reconocido por los hombres.  Pensemos por ejemplo en los posaderos de Belén. Si hubieran sabido que Dios estaba allí, le habrían abierto la puerta, lo habrían acogido. Porque eran personas religiosas, como nosotros. Pero creyeron que se trataba de vagabundos, de refugiados de quién sabe dónde, un par de desconocidos.

Y no los quisieron recibir. Y nosotros, ¿los hubiéramos recibido? ¿Cómo creer que Dios podría presentársenos bajo esa forma?

3. Una tercera circunstancia extraña del nacimiento. Es Dios y nace en la miseria. Dios es totalmente distinto de cómo nos lo imaginamos; Dios es todo lo contrario al poder, a la majestad, a la autoridad, a la riqueza, a la fuerza que le hemos atribuido.  Pero Dios es totalmente semejante a los sencillos, a los pobres, a los que se sienten hermanos, a los misericordiosos, a los que aman, a los que tienen hambre de justicia.

 No es que Cristo no sea un hombre como nosotros, sino que es tan hombre, el único verdadero hombre: verdaderamente libre, sencillo, amante, fiel, disponible. La Buena Nueva que anuncia Navidad, consiste en eso.

Para asemejarnos a Dios, no tenemos que hacernos ricos, fuertes, solitarios o majestuosos. Nos basta con amar un poco más, con servir un poco más, con acercarnos más a los pobres, con luchar un poco más por la justicia. Podemos convertirnos en Cristo en seguida, en nuestra misma situación, en nuestro nivel social o cultural. Sin aguardar visiones o milagros, sino haciéndonos los últimos de todos y los servidores de todos.

Dios es pobre: pobre de todas esas cosas que ambicionamos, que buscamos, que pretendemos. Y no digamos que Dios se oculta o está ausente del mundo. Dios está extraordinariamente presente y visible: tan presente y tan visible ‑ o tan poco presente y tan poco visible como lo están, en nuestra vida, los pobres.  Si queremos encontrarnos con el verdadero Dios que en Navidad viene a nosotros, hemos de ir a encontrarnos con los pobres.

Y si entonces ese amor a los desdichados nace en nosotros, Dios se hace presente realmente en nuestro corazón. Esa es la Navidad que hemos de hacer. Esa es la Navidad verdadera en la que hemos de creer.

Somos responsables de que se haga esa Navidad en todas partes.

 Preguntas para la reflexión:  ¿Cómo vivo la Navidad?  ¿Soy capaz de ver al Niño Dios entre los pobres de nuestro tiempo?

Si desea suscribirse, comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com


3er. domingo de Adviento

diciembre 16, 2009

Tercer domingo de Adviento

  Dios nos envía un Salvador, su propio Hijo. ¿Pero estamos realmente preparados para acogerlo y recibirlo en toda su dimensión? Pongamos todo de nuestra parte, por asumir, sin contemplaciones, durante este tiempo de espera todos los sufrimientos, problemas y dolores que encontramos en nuestro camino de santidad buscando ponernos en forma concreta, en la Cruz del Señor, viviendo estas dificultades en sentido oblativo, de sacrificio y entrega amorosa mediante la penitencia, medio necesario de preparación y espera hacia un encuentro definitivo con el Señor Jesús. 

«…Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, porque está totalmente basada en el amor. En efecto, el Señor, que «está cerca» de nosotros hasta el punto de hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Sólo así se comprende la serena alegría de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad en presencia de quienes sufren: una sonrisa que no ofende, sino que consuela…»         (Juan Pablo II. Meditación antes del rezo del Ángelus del Domingo 14 de diciembre de 2003).    

 Hoy, tercer domingo de Adviento, tiempo de preparación, espera y oración encenderemos el tercer cirio virtual, que representará esta semana: “la luz que alumbrará nuestro camino hacia el encuentro con el niño”.    

       Lleve Usted, su cruz tranquilo, humilde, valiente. ¡Así ayuda Ud. a salvar el mundo! P. Kentenich    

           Ofrezcámosle al Señor nuestros sacrificios y dificultades, buscando ponernos en forma concreta, en su Cruz.    

 Pidámosle a María, Madre del Adviento, Virgen de la esperanza que nos enseñe a decir Si a los deseos y al querer el eterno Padre Dios en todas las circunstancias de nuestra vida…    (Te invitamos a rezar un Salve)


Celebración de la Inmaculada Concepción

diciembre 8, 2009

Su Santidad Benedicto XVI

El Santo Padre pronunció estas palabras con motivo de la festividad de la Inmaculada Concepción de María, hoy  en la Plaza de San Pedro:

«Cada vez que experimentamos nuestra fragilidad y la sugestión del mal, podemos dirigirnos a Ella, la Virgen, y nuestro corazón recibe luz y confort»…

Añadió que «también en las pruebas de la vida, en las tempestades que hacen vacilar la fe y la esperanza, pensemos que somos hijos suyos y que las raíces de nuestra existencia se sumergen en la infinita gracia de Dios».

«La misma Iglesia, a pesar de estar expuesta a las influencias negativas del mundo, encuentra siempre en Ella la estrella para orientarse y seguir el camino marcado por Cristo. María es, de hecho, la madre de la Iglesia, como han proclamado solemnemente el papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II».

El Pontífice instó a los fieles presentes, “a que confiaran a la Virgen Inmaculada sus personas, sus familias, sus comunidades, toda la Iglesia y el mundo entero”.

«La Purísima, como es denominada la Virgen en la liturgia de este día, fue preservada de toda mancha de pecado para ser digna morada del Cordero Inocente, abogada de gracia y ejemplo de santidad», comentó el Papa y agrego:

 «Que el Señor nos conceda el don, por intercesión de la ‘llena de gracia’, de purificarnos interiormente en este tiempo de adviento, para acoger con prontitud la venida de Cristo a nuestras vidas».

 

 


8 de diciembre

diciembre 8, 2009

                                            

Imagen Inmaculada Concepcion (Villa Ballester)

Imagen Inmaculada Concepción (Villa Ballester)

     Virgen Inmaculada,   

allí tu oración anhelante
urge la aurora de salvación
allí es donde el arcángel Gabriel
solicita tu respuesta
y donde, por tu Sí, se alumbra el mundo.
 
Te veo renovar en silencio tu Sí
y veo tu luz
penetrar la noche desde Schoenstatt,
pues el favor de Dios infinitamente sabio
lo escogió como faro luminoso
para el mundo de hoy.
 
Concédeme ser fiel
al igual que tú
librar combate contra el enemigo
estar como instrumento disponible todo para ti,
consagrar alegremente
mi vida a la Misión.
 
El universo entero
con gozo glorifique al Padre,
le tribute honra y alabanza
por Cristo, con María
en el Espíritu Santo,
ahora y por los siglos de los siglos.  Amen       
Texto: Hacia el Padre 181-185  Padre José Kentenich

 

 


Mes de María

diciembre 7, 2009

8 de diciembre (Fiesta de la Inmaculada Concepción)

Estamos acostumbrados a comprender nuestro santuario como el lugar en que la Santísima Virgen realiza para nuestro tiempo lo mismo que hizo cuando estaba aún sobre la tierra, en los distintos lugares en los que estuvo y actuó. ¿Dónde estuvo María durante su vida en la tierra, dónde actuó? Sólo es preciso que mencionemos uno u otro de los lugares: pensamos, por ejemplo, en Nazaret, pensamos en Belén, pensamos en el Gólgota, pensamos en el Cenáculo, el recinto de la Última Cena.

La Familia de Schoenstatt tiene un “Oficio” (Liturgia de las horas) propio: lo llama “Oficio de Schoenstatt”. En él están representadas todas las Horas canónicas de oración. Cada tres horas se dispone de una oración que nos transporta a uno de los lugares históricos en los que María actuó cuando estaba aún en la tierra. Así, las Horas dicen, una y otra vez: Tu santuario es nuestro Nazaret, es nuestro Belén, es nuestro Gólgota, es nuestro Cenáculo. Con ello se quiere decir a María: Virgen Santísima, lo que realizaste antes, en Nazaret, en Belén, en el Gólgota, en el Cenáculo, quieres realizarlo hoy para el tiempo actual desde este lugar.

De esta peculiar manera se completa cada vez más nuestra imagen de María. ¿Cómo vemos a la Santísima Virgen aquí, en nuestro santuario? Del mismo modo como la representa y pinta la Sagrada Escritura.

El Niño en sus brazos. ¿Qué nos recuerda la imagen del Niño en sus brazos? Nos recuerda Belén. “Tu santuario es nuestro Belén”. Reflexionamos y recordamos que, en virtud de la alianza de amor, María nos regala sus dones. Intercambio de dones: así hemos denominado la alianza de amor. ¿Qué nos regala ella, entonces, aquí, en este santuario? Nos regala al Niño que lleva en sus brazos. ¡Y cuán a menudo nos lo ha regalado! ¡Cuán a menudo nos lo ha regalado en la sagrada comunión! ¿Cuántas veces nos ha regalado al Niño? Tantas cuantas hemos descubierto en nuestros semejantes el rostro de Cristo.

Continuemos. ¿Cómo es la imagen de María? Nuestra imagen de María se yergue ante nosotros con el Ave del ángel en el oído. Nuevamente, un lugar histórico: Nazaret. Allí, el ángel dice: ¡Alégrate! Ave, gratia plena! (¡Alégrate, llena de gracia!) ¿Y qué hace María aquí, en nuestro santuario? Ella nos pone ese Ave en los labios. ¡Cuán a menudo hemos saludado a María del mismo modo como la saludó el ángel!

Después, vemos a la Santísima Virgen con el Magnificat en los labios. ¿Dónde cantó ella el Magnificat? En casa de Zacarías. ¡Con cuánta fecuencia nos ha colocado ella aquí el Magnificat en los labios, de tal modo que no nos hemos cansado de cantarlo!

Continuemos, ¿cómo se muestra la Santísima Virgen ante nosotros aquí? Con la espada de siete filos en el corazón. Tu santuario es nuestro Gólgota. ¡Cuántas veces nos ha clavado María, desde este lugar, la espada en nuestro propio corazón, a fin de que tengamos verdadera alegría en el sacrificio, verdadero amor al sufrimiento!

Pero con ello todavía no hemos delineado suficientemente la imagen de María: también vemos ante nosotros a la bendita entre las mujeres con las lenguas de fuego sobre la cabeza. (Milwakee, Junio 1956)

 7 de diciembre

Compañera de Cristo en su gloria. María sigue siendo la Compañera de Cristo en su gloria. Ella es la Compañera de Cristo que resucita y asciende a los cielos, que intercede por nosotros y reina en el cielo. María es la que participa de la gloria pascual del Resucitado. La imaginación piadosa piensa que el primer desplazamiento y el primer saludo del Resucitado fueron dedicados a su Madre, quien fue la única que nunca dudó en su fe en él, que nunca vaciló en su fidelidad a él, incluso cuando hasta la misma roca de la Iglesia era sacudida. Nosotros participamos de todo corazón en la alegría pascual de María.

Y después, ella debe participar de su gloria celestial. Debe morir pero su muerte no será una dolorosa destrucción, sino el amoroso apagarse de una candela que se consume en el fuego del amor. Su cuerpo virginal no será botín de la muerte y de la tumba. La omnipotencia de Cristo resucitó su cuerpo para la vida eterna; ella ha sido asumida en cuerpo y alma en la gloria del Señor.

Desde ese momento, María reina a la derecha de Cristo en la gloria del cielo, para interceder por todos nosotros. Él “está sentado a la derecha del Padre”. María es y sigue siendo consors Christi por todo el tiempo y la eternidad. (Milwaukee, 1954)

6 de diciembre

El que quiera comprender aquí correctamente la posición de María como Compañera de Cristo ha de considerar lo siguiente:

1. En los tres años de su actividad pública de enseñanza, Cristo es, en primer lugar, el heraldo de la verdad eterna ante quien debe inclinarse todo. En su tiempo de pasión, él calla para ofrecerse, a partir de ese momento, por todos nosotros como Salvador del mundo.

2. María, como representante de toda la humanidad y como consecuencia de su misión en la encarnación, debe ofrecer a Cristo lo que todos nosotros deberíamos y, por lo menos en cierta medida, podríamos también haberle ofrecido: silenciosa obediencia de fe, como también participación en el sacrificio salvífico de la nueva Cabeza de la humanidad. Lamentablemente, los miembros del pueblo escogido a tal efecto no lo hicieron. La única que cumplió lo que era deber y obligación de todos nosotros fue María. Por eso, María está en la vida pública de Jesús como debiéramos haber estado todos nosotros: callando, escuchando y obedeciendo.

3. Llegan ahora los días oscuros y difíciles de la semana santa. El Salvador del mundo se prepara para ir al sacrificio por todos nosotros. Allí, María sale del ocultamiento en que se encontraba hasta ese momento a fin de ascender con él, como Compañera en el sacrificio, al monte Calvario y unirse, e incorporarse como nueva Eva, a la entrega sacrificial de Cristo. Su corazón virginal y maternal, en su sufrir con él, es como un precioso cáliz sacrificial que recoge las gotas de la sangre del Salvador del mundo por todos nosotros.

 5  de diciembre

María es la Compañera de Cristo durante su caminar por la tierra, desde la Encarnación hasta su sepultura. Ella está siempre presente. En el silencio orante de Nazaret, pronuncia su Sí receptivo que será el comienzo de la salvación. Santo Tomás declara al respecto: “En la Anunciación, Dios aguarda la aceptación de la Virgen como expresión de la voluntad de aceptación de toda la humanidad”. Y a partir de entonces, María queda unida de manera inseparable a Cristo para siempre. Rica en fruto precioso, ella lleva, como Theophora (portadora de Dios), al Jesucristo a través de las montañas de Judea hacia su pariente Isabel. Al entrar, llega con ella la bendición de Cristo: la mujer, que llevó el oprobio de Eva, queda llena del Espíritu Santo. El hijo que lleva en su seno recibe participación en la salvación, y el varón recupera su voz, comienza a orar y es nuevamente un profeta de Dios. Pocos meses después, la Madre lleva al Señor hacia Belén: en efecto, el mundo entero debe recibir el más digno Bien. Y después vienen los pastores y los sabios del lejano oriente: ellos encuentran al Niño en brazos de su Madre, le ofrecen sus dones entregándoselos a su Madre. En brazos de María, el Salvador del mundo ofrece en el templo el sacrificio matutino de su vida. En Simeón y Ana se acerca la más noble piedad y la más pura expectativa del Mesías de la antigua alianza, para encontrar en brazos de María la salvación del mundo, la luz de los pueblos y el consuelo de Israel. Siguen los años en Egipto y después en Nazaret, y la maravillosa comunidad de casa y mesa de Jesús con su Madre. (Milwaukee, 1954).

 Nota: Reflexión elaborada por los Padres de Schoenstatt de Córdoba, Argentina.

 «Con Maria Reina, construyamos una Patria para todos»